
Mañana, cuando de la llaga vuelvan a brotar flujos de una memoria arrepentida, depositaré mi cobardía ante ti.
El pecho se dilatará para recoger
los dardos de odio,
los llantos de despedida,
los insultos de tu voz.
Justo será el desprecio que caiga sobre mi: vulneré tus sueños con falsas promesas; a tus ojos engañé con una máscara de hombre inteligente; en tu vida sembré ilusiones que ahora no puedo cumplir porque no puedo olvidarla...
Soy depósito de nostalgias anteriores, que caminó sin notar tu presencia, adulterando las incógnitas del verdadero amor con frívolas variaciones y semejanzas.
Hubo un tiempo en el que creí que apagarías los rescoldos del pasado, y ahora, antes que el miedo aprese las dudas de vivir para siempre en el veneno del engaño, te dejo, me marcho...
No miraré para atrás,
la vergüenza me vence:
huérfano despreciable,
víctima de otra mujer.
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Texto. José Daniel.
Imagen: Lars Raun.