sábado, junio 03, 2006

Amor 77.- Julio Cortázar


AMOR 77.
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Texto: Julio Cortázar.
Imagen: Leonard Nimoy.

martes, abril 25, 2006

Con permiso...

Con permiso
de usted no tengo nada más
que decir,
por el momento, silencio
entre cortinas se dibuja una silueta...


José Daniel.

viernes, marzo 24, 2006

miércoles, marzo 01, 2006

sábado, febrero 25, 2006

Yo no sé nada, de Oliveiro Girondo

Blancanieves se despide de los siete enanos, de Leopoldo María Panero


Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
"Así se fundó Carnaby Street" 1970

domingo, febrero 19, 2006

Libérrimos haykus...


Aúlla el viento
sumiso entre mandrágoras,
fútil quimera.

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Cánula hambrienta.
En las noches perennes,
papel de plata.

---///---

Vine, vi y vencí.
Serpientes de colores,
vida sin vida.

José Daniel.
Febrero 06

Imagen: Asya Schween

viernes, febrero 17, 2006

Espantapájaros (fragmento)- Oliverio Girondo


"Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mi, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C. ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera! Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo - me pregunto – todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora? El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues mís profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto... Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas. Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, que antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda."

Oliverio Girondo
Fotografía: Bogdan Jarocki

miércoles, febrero 15, 2006

Esmaltes protectores (V1.0)

Asoman mentiras en nuestro jardín
y aún no es primavera.

Las noches, amor,
se tiñen ebrias de silencios
desligando gemidos nebulosos
y garúas intangibles de sueños.

Los días pincelan esmaltes protectores,
barnices para porcelanas que deambulan
sobre precipicios de falacias.

La alianza quema,
incendian anulares deshaciendo efemérides:
marcas de agujas perennes para la evocación
de azules proyectos con propaganda subliminal.

Es hora de romper cáscaras famélicas;
separar arpones de estacas etéreas;
vivir uniseparados sin acritud.

¿Por qué no sincerar palabras
mientras el carámbano seca las mentiras?

(Afloran amaneceres en nuestro edén
y aún no te he hallado...)


José Daniel.

martes, enero 17, 2006

Creo que he muerto

Creo que he muerto, pero no lo puedo afirmar pues a mi alrededor sigue habiendo gente. Mucha gente, demasiada gente, multitud de seres que me agobian aunque no pueda sentir sus golpes ni escuchar sus gritos. Creo que he muerto, pero no lo sé pues me faltas tú y ahora que lo recuerdo, fui yo quien te disparo primero. Creo que he muerto, pero no me fío pues hace tiempo que sentí que vivir era lo más parecido a lo que me habían contado de la muerte. Creo que he muerto pero no me molesten.
José Daniel
Enero-2006