sábado, junio 18, 2005

En fuga perpetua

Cuando atropellé a aquel individuo no pude hacer otra cosa que acelerar por el angosto camino. Han pasado muchos años y sigo acelerando por esta senda sin destino. No hay nada ni nadie en sus márgenes, pero sé que detrás de mí vienen cientos de animales con tres cabezas y un pastor que incesantemente me llama para pedirme explicaciones. Sigo adelante intentando no mirar por el espejo retrovisor, aunque es ardua tarea porque sus murmullos y alaridos me están atrapando.

José Daniel.

domingo, junio 12, 2005

Equilibrar el tiempo

Necesitaba más tiempo, mucho más. Preparar el selectivo con todas las garantías de éxito me vinculaba a estar sentado delante de los apuntes durante mucho más tiempo, y yo estaba enamorado, nervioso, interiormente ido. Necesita más tiempo, mucho más...

La prueba se suspendió durante tres semanas, faltaba el Tribunal y nadie sabía de su paradero. Fue un error de precisión, un error en el cálculo del tiempo el que me delató, quedándome a las puertas de todo, quebrantando mis ansías de una conquista, mis ganas de acceder al sueño de mi vida: la abogacía. Ellos murieron bajo mi guadaña, ella desapareció...

Ha pasado tiempo, mucho tiempo, y desde esta ventana cerrada contemplo que tengo más que suficiente. Me sobra tiempo, ahora lo tengo, es mío, mientras espero la llegada de los profesores de la Universidad Nacional a Distancia para terminar la última asignatura, y quizás, de paso, entregar la matrícula para una segunda carrera: mi libertad.
Texto: José Daniel

sábado, junio 11, 2005

Me ensucian



Me ensucian
y lastiman unas manos
marcadas con el llanto inagotable
de unos besos
equivocados en ilusiones.

Tan cerca
existes, que el precinto
que aguanta nuestra distancia
es un hilo, un fleco
con aguijones de miel
en el paraíso de la araña:
sábanas hilvanadas, casimir que segrega
aromas impuros, briznas
con alacrán ebrio de dolor,
ojos que se abrazan al sueño de verte,
verte desnuda
cuajando versos sobre mi pecho
como antaño cuando el sol no existía.


Me deshonran
y vulneran pensamientos impropios
para el fin de esta alianza
que aprisiona mi dedo
y estrangula mi esencia.


No soy capaz

de liberar
un cuerpo,

mi cuerpo,

en prisión
hipócrita por una herencia
que quizás nunca vea.


Es tan frío
el cañón del revólver
que nos despediremos con un abrazo
mientras gire el tambor
de la suerte.

José Daniel
Mayo-05