jueves, mayo 26, 2005

Iluso el cambiar


Desembalar
las partes de este cuerpo
inerte, cansando, sin voz
para recitar un poema cuando lloro.

Empaquetar y cerrar
las partes de tu oleo
que quedaron esparcidas
entre los aromas de una fuga infiel.

Iluso el cambiar
carne de barro original
por látex de nostalgias,
pero aún así, te recuerdo
entre mis sábanas de finas lanzas.

Texto: José Daniel

Imagen: Andreas Ender

jueves, mayo 19, 2005

Instantánea

Nos enfrentamos en esta tierra de lagartos
como dos peces que agonizan un final,
un réquiem de signos en el gris de pinceles
que expiran un lento decrepitar y alguna admiración
ante los pasos del viandante confuso.

Seguimos siendo dos ojos mordaces
para el angosto recuerdo de un artista independiente,
sabemos poco o nada de nuestra muerte, poco o nada,
aunque la noche siempre es fría y el silencio
acumule ansías de argollas y cáncamos.

Hoy hemos retado los párpados de pájaros negros
por el corredor de vecinas aristas intangibles,
y sus diafragmas no han percibido que nos sumergimos
mientras intentamos salir de estas luces y sombras
bajo el disfraz de aplausos que duraran junto al polvo del desván.

(Si se desploman todas las paredes del mundo, seremos libres...)

José Daniel.

martes, mayo 03, 2005

Así él, así ella


Sobre el lecho descansa una voz sombría,
unos ojos cubiertos de cólera implorando carnaval,
un espíritu con cardenales etéreos y secuelas de rojo tinto
junto con un estilete que empuña a cada anochecer.

En el reflejo de lunas hirientes una oración reposa
implorando futuras permutaciones o una red descosida
por la que liberar crisálidas de sangre en la fragua
de una habitación desinfectada de amor que muere en silencio.

Es el mundo que se cierra bajo un eje de fuerza,
un pacto con firmas unilaterales de posesión
y desprendimientos de retinas mientras los espejos
se vician entre silbidos de tabaco y tormentas de voces.

Al amparo de la noche dormitan unos senos olvidados,
unos lienzos de carmín que desfilan entre credos inconclusos
por el zaguán de una casa deshilvanada por el horror,
asaltos y quemaduras perennes hierven mientras él niega vómitos libertinos.

Texto: José Daniel
Imagen: Georg Suturin