domingo, junio 14, 2009

El reportero y el hurón



Con su cámara a cuesta y su pequeño hurón, lo había visto todo, o al menos eso creía. Había asistido a las guerras más cruentas, a las revoluciones más impetuosas, a los desastres naturales más devastadores, a pactos políticos inimaginables, a caídas de imperios ancestrales y subidas al poder de gente, más o menos, corriente, pero siempre quedó al margen: imperturbable, grabando esas escenas sin que su piel se erizara; inmortalizando esas instantáneas para otros ojos. Los suyos quedaban fijos y vacíos...

Un día, su pequeño hurón, le preguntó:

—¿No echas de menos a tu familia y a tu entorno?

Fríamente le contestó que no, que en su trabajo había conquistado su paz interior, y que por muchas bombas que cayeran o mucha sangre se derramará, él era feliz.

—¿Y no le temes a la muerte? —continuó.
—No, por supuesto que no.
—¿Qué te falta en la vida?
—Lo tengo todo: mi cámara, mi libertad, mi paz, mi reino, el amor que sé que me espera, te tengo a ti...

Pasaron años, guerras, huracanes, maremotos, aviones y torres derruidas, persecuciones mundiales... hasta que una mina oculta en un camino perdido del desconocido Mozambique, le sesgó los dos brazos, debiendo regresar a su casa. El tiempo de reportero eficaz y valiente quebró, volviendo a la cruda realidad de los días monótonos y aburridos en compañía de los suyos. El hurón, quien había salido ileso del accidente, le preguntó:

—¿Qué te pasa, qué echas en falta?
—Mi cámara, mi tercer ojo. El espacio y el tiempo...
—¿Eres feliz?
—Sí, supongo que si.
—¿Y no le temes a la muerte?
—Ahora que la veo tan cerca, sí... Se muere mi espíritu, lentamente, entre tantas envidias y codicias, entre tantas tentaciones e ímpetus que cada día me son más difíciles rechazar...
—¿Y por qué no marchamos?
—No, eso nunca. ¡Márchate tú! Tú que aún eres libre...

José Daniel.