viernes, febrero 04, 2005

A un ebrio (a dos voces)

A UN EBRIO

Ebrio
revienta tu ansia
rompe tu copa a mordiscos
masca tus temores
rumia tus recuerdos
peregrina tu sed.
¡Llora!
Anda, llora la niña negra
que no mimaste
¡Ríe!
Anda, ríe con la comparsa
que no bailaste
¡Aspira!
Anda, aspira el ramillete
que deshojaste en tus giros
¡Escupe!
Anda, escupe las ausencias
que nunca recordaste
¡Tambalea!
Anda, tambalea los muros
que silentes te contienen
¡Asquea!
Anda, asquea al cuerpo de la mujer
que desear no supiste.
Ebrio
cardizal de alcohol
pupilas turbias
palabras ahogadas
en una garganta confusa.

Soledad
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Ebrio, ¿qué te hizo más daño: el alcohol o los años?.
Ya lo sé, no me lo digas.
Ebrio, tú y yo somos hermanos.
Un día también lloré por su pérdida y su abandono.
Rompí la máscara; enjuague mis errores en un maldito vaso para poder llorar, reír, escupir...
Al final, cuando mis manos ya no eran mis manos, mis pasos no eran mis pasos, pude acercarme a una imagen de lo que fui, y no hice otra cosa que pedir perdón, porque no supe:
mimar cuando fue el tiempo de mimos, bailar cuando me danzaba caricias al oído, oler un cuerpo cuando su primavera florecía, callar cuando el ambiente era silente, embriagar la sed con su licor de amor.
Ebrio, sólo pide perdón...

José Daniel.
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¿Quién para perdonar?. Suele el alcohol abrazarse a los años, suelen los años refugiarse en el alcohol.
Ebriedad...sobriedad... bordes de la misma herida.
Herida que atraviesa la máscara, la risa, el asco y el llanto.
Toma, toma los deditos de la niña, palpa sus yemas no tienen aún huellas de la vida ... es la seda de la inocencia, te la regalo.
Tómame la mano, te arrastraré en la comparsa y tu cuerpo templará sus acordes, te los regalo.
Huele, delicioso, son gardenias, las flores del encuentro, arranque las hojas de los remordimientos, te lo regalo.
Respóndeme, que te regalo un poema "A SOLAS".

Soledad
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Sólo tú para perdonar.
Si no es así, no quiero respuestas; volveré al infierno de la botella, por ti y tu desamparo. Caminaré por este mundo cruel clavándome cuchillos de desamor, y, beberé hasta caer rendido ante tus ojos rencorosos.
Una cosa más antes que cierres la puerta para nunca más: no quiero regalos, tampoco epitafios.
Perdonar... sólo se perdona al vivo, y yo... yo quizás haya muerto, pero me llevo conmigo algo más que tu imagen...

José Daniel.
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Sobre la abigarrada tierra, anda y desanda un hombre rechazando mis regalos, pidiendo mi perdón ¿Quién es este hombre valeroso y triste?. Se que murmuró su plegaria sincera, se que en el borde del vaso le pareció leer cincelada la sabiduría del olvido, sé que antes de estrechar una mano estrechó su vaso que le apartaba los temores del polvo, del agua , del fuego... sé que oyó la voz interior "el cielo y el infierno están en ti", sé de su alma impaciente buscando alientos, sé que entre sombras azules amaba...
¿Por qué te acongojas? Todo mi ser te perdona ...
¿Por qué te afliges? Anda, recoge mis regalos aún permanecen vivos en el recuerdo...
¿Acaso no ves el tragaluz de mi puerta? Anda, corre hacia está entreabierta aguardando enigmas para ti....

Soledad
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Ese valiente triste, que deambula sin capa ni espada, recoge el ofrecimiento que le señalas, apartando todos sus miedos por correr hacia ti.
Llegaré sin llamar a tu puerta; entraré en silencio cuando tu duermas, y en tu mano, princesa, depositaré dos poemas: el último alegato en la cordura y el primero en la locura.
Si al despertar, tus ojos leen la reflexión del poeta, me quedaré a la
espera. Si al contrario, tus astros se inclinan por la demencia, marcharé
veloz para no salpicar tu honrado corazón.
Así soy yo: la cara y la cruz, el blanco y el negro, no hay intermedios...

José Daniel

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