Amanece en el sigilo de las horas, una rabia que devora mis entrañas, quebrando mi cuerpo; inmerso en coágulos de cólera recorro el barrizal que dejaron tus besos hundiendo el canto del gorrión que llevo dentro; aniquilo mi ser y mi alma que flota por un océano manchado del carmín de tus labios.
Y crezco en desamor, tan frágil como el anciano que busca su último rincón, y veo las sombras, las mismas que hicieron de mi un poeta maldito, aquéllas que fueron propicias para el descanso de un loco, y niego la existencia, se tambalea la razón de seguir cuerdo y voy como cayendo a la derecha del mundo.
jdpalma
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