Deambulo en noches perturbadas, en grises escalas de fados inconclusos que me recuerdan lo que soy: despojo, basura sin contenedor de reciclaje, pues el alma es un cenicero de metal y nadie quiere ver amuralladas sus inquietudes con mis llantos. Este círculo cerrado de soledad avanza agónico por un laberinto de esencias marchitas. No se ve nada, aunque la superficie de la piel esté ornamentada por intensos colores de un cuadro en evolución. Sí, a mi lado crecen esperanzas de un racimo acechado por avispas etéreas a las que no puedo matar, ni siquiera herir de gravedad.
Ese hombre soy yo: enervado y cabizbajo que agoniza según las horas de un podrido reloj que sucumbe en su recorrido parsimonioso y neurasténico; decaído y sutil ante unas imágenes, que por más sonrientes que se presenten, progresan por un abismo de pánico y negación de su propio ego.
Desfilo sin cuadrar las partes de un cuerpo que se atrofia en el pesimismo de unas madrugadas sin magia, en un ataúd sin paredes de terciopelo, sin tierra donde esconder llagas infligidas por un nihilismo que me acorrala. La nada es un paraíso donde se funden mis siete alacranes imprevisibles para llorar según dice el libro sagrado de los caducos.
Caminar se hace tan difícil, que imploro encontrar una línea que marque destinos nacientes y paisajes con castillos de antaño, refugios donde sus almenas sirvan para unos besos clandestinos, aunque, por ahora, sólo mis rezos reposen en esta alfombra de delirios y contrariedades continuas. Sé que debo nacer para combatir miedos y terrores impuestos por la monotonía de unas miradas negociadas. Sé que debo salir de mi propio relato, pero el lápiz se desangra en la confusión de un ayer concluido y un mañana sin presunción de inocencia.
Cerraré los ojos para intentar deshacerme de estas venas corrosivas; descansaré, sabiendo que nada pude hacer, entre bambalinas funestas...
José Daniel.
1 comentario:
Magnífico texto cargado de trsiteza y desanimo...te dejo una estrellita que ilumine en la oscuridad...
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