La Muerte le vino a visitar al séptimo día de despertar, retándolo a una última partida de ajedrez con dos condiciones: “Si tú ganas, no habrá más sufrimiento en este tangible mundo, pero sí por el contrario venzo yo, vivirás para siempre, abrazando tus dolores en credos y salmos dispares...”.
Un movimiento para jaque mate; un despliegue de alfiles para acabar el juego de blancas y negras, pero mientras pensaba las ventajas y desventajas de vencer la partida, la gente y sus sub-dominios mueren a su alrededor.
La Muerte le vino a visitar, dejando frente al tablero a un súbdito suyo, mientras que ella recorre el mundo en pateras siniestras porque sabe que la partida nunca acabará...
José Daniel
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