El sabor de la noche es el sabor de la vida. La sangre, en su viscosidad, es una súplica muy dulce para mi paladar. Elijo la víctima, la observo, la contemplo y me lanzo a degüello; las demás corren despavoridas a un buen recaudo. Ellos, aterrados, salen en busca y captura, pero no me ven, aún estando tan cerca. Todo tacto quema en estas circunstancias, pero esta noche vuelve a ser luna llena.
José Daniel
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